martes, 22 de diciembre de 2009

tres mañanas

Podríamos escuchar el sonido del Ben Webster hasta el hartazgo, o bien leer el diario o desayunar todo el dia, siempre seria algo asi como Lunes, tomáramos mate con salamin o miráramos el jardin Botanico desde el balcon, discutiriamos las noticias e imaginariamos el panico en la Avenida Santa fe por la escandolosa huida de un león del Jardín Zoológico Municipal. Julio Cortazar murió el día anterior a este que paso, el humo se nos pega en la cara de no saber fumar, las noticias del frente son imprecisas aunque es sabido que los monos metafísicos arrasaron con las tropas de Don Cornelio sobre la llanura del río Carabajal, tras la frontera norte del Colegiales antiguo.
Dejaron de llegar los panfletos, los diarios y las encomiendas, las muchachas ya no sonríen a la silbatina desde el balcón, existe cierta manera de describir los hechos que no es la adecuada pero es la que nos abunda, yo ya no se que cantarte. El ambiente nos bebió.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Macedonia

El rey Alejandro llevaba sus tropas hacia lo desconocido, hacia lo incierto. Sus ojos reflejaban infinitas luces. Sus ojos no parpadeaban. El Nilo debia estar cerca, y con el, la vuelta a Macedonia, a casa. Colegiales es algo asi como una Macedonia moderna, sin Alejandros, pero con ese sentimiento de lo propio, del barrio, de casa.
Camino desde Virrey Aviles hasta Federico Lacroze. Camino y es como si caminara hacia Asia, adentrandome en el Hindu Kush. No soy un Alejandro moderno ni mucho menos, pero las calles de Colegiales disparan luces y brillos que nunca dejan de asombrarme. Cruzo Zabala, cruzo Palpa. Me detengo frente al sanatorio Colegiales, me frena su estructura de hormigon, como si fuese un pequeño Kūh-e Fūlādī de 5135 metros de hielo y montaña. No hay tropas que me reprochen o me exijan una vuelta a casa, soy yo solo. Soy un simple caminante, un caminante de las calles del moderno Colegiales. He soñado tantas cosas, tantos Nilos navegables, tantas ballenas blancas, tantas mujeres y tan pocos desengaños. No soy ni un romantico ni mucho menos un soñador, soy un simple caminante que dobla en Federico Lacroze y busca un kiosco como el de Osvaldo para poder comprar cigarrillos sueltos. No hace falta un Aristotélico tutor para poder comprar cigarrillos sueltos.
Camino unos cuantos minutos y llego a aquella promesa, a aquel lugar que Alejandro tantas veces soñara, aquel lugar del que Aristóteles le hablara como el "fin del mundo": El Gran Mar Exterior. Apoyo un pie y abro los ojos. El túnel del subte de la estación Federico Lacroze que acabo de pasar, tiene el mismo olor que la entrada del cementerio de la Chacarita. Camino por los largos pasillos del cementerio, y en uno de los panteones me detengo, sorprendido, una placa de bronce me llama la atención. Me acerco y lee la borrosa inscripción: "Alejandro III de Macedonia, más conocido como Alejandro Magno..." Prendo un cigarrillo y sonrío. Ya no hay dudas, Colegiales es la Macedonia moderna.