miércoles, 23 de septiembre de 2009

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Como si de una profecia se hubiera tratado. Leia y releia las cartas, y entre ellas le llamaba la atencion una frase, una frase profetica... "la pampa azul y sus gigantes grillos monosilábicos, extensos territorios de nada. Solo un galeón podría atravesarla verdaderamente, solo un galeón..."

Desde un barco, en un cuaderno, para ser mas precisos, le escribo: Esta carta que nunca le llegara, Francisco. Quizas usted viaja ahora sobre un barco tambien.
Las calles estan inundadas y han perdido su nombre. El mundo esta inundado... o siempre lo estuvo. Recorremos leguas de esa "pampa" azul, en donde tiempo atras hubieramos visto pastar a algun animal corriente y no las barbas impalpables de las ballenas comiendo cril, o en el Larousse ilustrado: Crustáceos pequeños (eufásidos) que sirve de alimento a las ballenas... ballenas... unicamente tiempo de esbozar una sonrisa, o una mueca de alegria.
La cruz del sur nos guia en las heladas noches patagonicas, esquivando picos nevados que apenas asoman del agua. Durante el dia vamos a la deriva, escuchamos vinilos en el viejo toca discos que el primer maestre rescatara de aquel otro barco de carga. Fumamos y tomamos oporto en cubierta, disfrutando del sol, y mirando el azul mundo, fundido entre agua interminable y cielo. Eso es el mundo entero: agua y cielo, una azul pampa interminable, una pampa de desconcierto y paz. Ballenas que cantan de noche y la pesca del dia: camarones, sardinas o pulpo, tinta de pulpo sobre este Rivadavia azul rallado, tapa dura...

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